
Allí hay un chico de los que no me gustan.
So it was on this very island where love was created.
By mistake. We thought it was a fad.
You hang to someone as a very fancy accessory.
Persons are shinier than diamonds.
Persons are plushier than mink.
Marketwise it didn’t make any sense.
You can sell sophisticated watches.
You can deal legitimate or illegitimate top brand purses.
Even make a profit of sharp ear inner breed doggies.
But
True unidirectional devotion,
Full time adoration.
It was un-tradable.
You hang to someone as a very fancy accessory.
Someone hangs to you as the fanciest of accessories.
And consistently it stood.
As far as fads go love rules above all.
Coca Cola comes in a very far second.
Whole world should be fashionable.
Get on the groove.
Love!
Ví el cartel que rezaba “Se imparten clases de árabe” en el tablón y no pude evitar sentir curiosidad. Conocía a esa chica de la facultad. Siempre iba con un velo muy cortito, con vaqueros, camisetas ajustadas y unos tacones de infarto.
Esa misma tarde la llamé y acordamos una cita para el día siguiente. Nada me atraía más que la curiosidad de saber si se quitaría el velo delante de mí.
A la mañana siguiente pasé a su cuarto en aquel piso de las afueras. Tenía ya una mesa preparada con un flexo y algunos folios con dibujos. Ella iba ya sin velo.
Me sorprendió la sensación de sentirme una descarada al mirarla directamente a la cara, con aquella cabellera negra rozando sus mejillas. Sentía que era a mí, y sólo a mí, a quien ofrecía el secreto más prohibido de su misterio. No podía dejar de mirarla durante toda la clase. Aprendí a decir hola, adiós, ¿qué es esto? y ¿cómo estás? Pero no fue sino cuando salí de allí, cuando recordé las palabras que me dijo acerca de su velo con claridad:
- Yo soy una mujer independiente. Vivo el islamismo en España, sin que nadie me pueda decir: quítate o ponte esto. ¿No crees? Las mujeres como yo, llevamos velo a la manera europea, lo llevamos porque no queremos ser un objeto sexual, que las compañías de moda o de cabello nos vistan como quieran y nos dicten una moda. Para que por una vez en la vida seamos vistas como algo más que un cuerpo o un cabello, para que seamos tratadas igual que los hombres. Todas las que vivimos así, somos en el fondo unas feministas acérrimas.
Me costó trabajo darle vueltas a su bien argumentado pensamiento. Pensé que en cierto modo tenía razón, que la moda y la peluquería seguían formando parte de un sistema falso e hipócrita que no me gustaba. Pero ¿acaso no le imponían a ella en el Islam llevar un velo? Ya fuera porque significaba humildad o sumisión. Me fui a casa creyendo haber descubierto una parte del mundo que más tarde olvidaría. Y así fue.
Are you going to cry just because a couple of look like me people were yelling at you? Baby, I still have to babysit myself for not jumping into a bunch of junk sometimes, feel sorry for me now! That is suffering. But look at you, and I will never say this or repeat anything similar in my entire life, you have a charming voice, a head with a brain (something a few could certify) and you are definitely not throwing your life down the tube, that is glorious.
-Hoy hice a ese hombre llorar- me dijiste apagándote.
Horas antes, ese hombre había entrado en nuestra casa para conocerte, para saber qué es lo que te hacía tan especial, por qué yo me desvivía por hacer tu entorno más armónico, más nuestro. Francisco, se llamaba. Y tenía ya el brillo en los ojos cuando entró por la puerta y te vio sentado en la butaca, con tus gafas de leer, ojeando las páginas que me habían vuelto loca estos últimos meses. Te perdoné y me di la vuelta, fingiendo estar enfadada. Pero él se quedó inmóvil en el umbral de la portezuela, como si le diese miedo a entrar en un santuario o algo parecido, qué tontería más grande, ¿verdad?
Muchas veces te miraba yo desde la cocina hacer tus cosas, sabiendo yo que ya estabas tú pensando en mí e inventándome en papel, como si hubiera vivido en otro tiempo y me hubieran alcanzado diferentes circunstancias.
Francisco, a sabiendas ya de que tenías tus rutinas, se quitó el sombrero y esperó a que le mirases para sentarse. Recuerdo muy bien que, como yo, te diste cuenta de su nerviosismo y te echaste a reír. Ese hombre no supo como reaccionar y le di una palmadita en la espalda, indicándole que se sentase en la cama, no en la silla.
-Eres Gabriel García Márquez- dijo sin pestañear y con media sonrisa trémula.
Se te fue un poco la cabeza y al cabo de unos segundos le respondiste:
-Pareces asustado, muchacho, dime qué quieres saber.
Y la entrevista, la conversación, siguió un par de horas más. Supuse que ese hombre había descubierto que el estudio de toda su vida hacia un solo hombre había merecido la pena, ya que la imaginación y lo que él creía intrínseco en tu personalidad rutinaria y añeja le transformó el gesto y confirmaba todas sus teorías en papel. Le pediste un artículo suyo sobre tí. Sé lo mucho que te divertía pedir críticas en vez de alabanzas, para simplemente ruborizar al visitante. Francisco se fue finalmente. Pero una parte de él quedó para siempre en aquella habitación, en su mirada, en sus lágrimas en la alfombrilla del recibidor.