miércoles, 30 de noviembre de 2011

Crisis en la vida real


Hoy no voy a criticar a los banqueros o a los políticos. Hoy voy a criticar a la gente. A la sociedad que permite que vayamos dándonos cabezazos los unos contra los otros sin querer creer (porque saber lo sabemos perfectamente) que contra los que nos tenemos que unir son otros. Hablo de personas que estafan, regatean, a los que les dan igual los derechos de los trabajadores y lo que ocurre a su alrededor. Están entumecidos por una prensa suave y unos políticos que les favorecen. Y es que últimamente he conocido demasiados casos de estas personas, algunas de mi entorno y otras no. Hablo de personas reales como la trabajadora de servicios sociales que ve como familias no comen en una semana, mientras ella, con su sueldo de miles de euros celebra su boda en la Catedral y en uno de los mejores restaurantes del centro, al que se atreve a regatearle un precio asequible para ella. Y yo me pregunto ¿quién se llevará los recortes de esto? ¿El dueño? Posiblemente si lo quitan de algún lado, sea del trabajador, al que quieren desproteger más con políticas de desamparo social y abaratamientos de contratos (y despidos). Hablo de las mujeres que limpian escaleras o cuidan a señoras mayores para llevar el único sueldo a casa y se ven amenazadas constantemente con un: queremos que trabajes 3 horas más al día por 50 euros más al MES, si no podemos contratar a alguien que lo haga más barato y esté las 24 horas del día. Hablo de “señoritingas” forradas de pasta y visones que se atreven a trapichear con mercancía robada (todo Chanel y Gucci, claro) porque la crisis nos mata a todos. NO SEÑORES. La crisis no nos mata a todos. En todo caso las conciencias de algunos, que no tienen suficiente con ser honrados y necesitan obtener más para poder seguir siendo influyentes, sintiéndose señores de semi-esclavos que estén a su disposición o yo que sé. Hace poco leí en un periódico que volvía el trabajo de mayordomo a algunas casonas de Inglaterra. Lo que me hace preguntarme si no estaremos adoptando todos el papel de unos sometidos cualquiera sin condición en la Gran Bretaña del siglo XIX. Conformándonos, pidiendo de rodillas lo que es nuestro, protestando y adaptándonos a todo, porque no tiene remedio.