lunes, 31 de mayo de 2010

de los caballos y otros demonios



Ya no volveré a mirar igual a un caballo. Según el libro Super Freakonomics, los caballos hubiesen sido a finales del siglo XX el enemigo público número uno. No solo porque la gente moría atropellada (se deduce que en Nueva York moría más gente atropellada por caballos que hoy en día en accidentes de coche) sino porque estos eran responsables de las moscas, estiércol y orina que traían con ellas nuevas infecciones a las ciudades. De hecho, si en el siglo XX se hablaba de contaminación, las personas tenían en mente la contaminación generada por los caballos. Y sus flatulencias, como las de las vacas, son una de las primeras causas de contaminación ambiental del planeta. ¿Distracción o realidad? Lo cierto es que estamos tan ensimismados en nuestra época, nuestro siglo y nuestra cultura que no vemos más allá. Vamos, que dejemos de creernos especiales es la moraleja.



Otra moraleja del día: solo quedamos unas pocas rebeldes, pero el ayuntamiento de Sevilla no podrá con NOSOTRAS. Si hace falta coger el de montequinto se coge el autobús de montequinto, pero no pienso ir a la UPO en METRO, canallas!


Y si no… siempre nos quedarán los coches de caballos…^^

jueves, 6 de mayo de 2010

HARTA



A veces no podemos evitar decepcionarnos. En el mejor de los casos lo hace una película, un mal libro, una nota. En el peor, una persona. Un amor. Decía Walt Whitman que debemos aceptar la realidad sin cuestionarla. Pero qué pasa cuando en esa realidad solo hay sombras y no se ve nada claro? Debemos seguir aceptándola? Yo quiero averiguar, y seguir investigando los porqués de estas pequeñas decepciones.


Algunas mujeres, inevitablemente, a medida que pasan los días junto a alguien que les atrae comienzan a sentirse inseguras, ya no se muestran como son y, como consecuencia, acaban siendo pasto para libros de mala literatura. Amores imposibles, les llaman. Pero nada más lejos de la realidad, no existen. Quien lo crea tiene una gran e infinita excusa para darse durante el resto de su vida. Pero ¿qué pasa con la lucha? Con el ¿todo vale en el amor y en la guerra? ¿con el romanticismo gastado y a veces tan necesario incluso con el chico de la discoteca?. Se muere.


Y después todo acaba y nadie se hace preguntas, nadie se llama, nadie se vuelve a mirar a la cara. Porque tienen miedo al futuro o quizás lo tengan del pasado. Esas personas que solo viven en el presente no pueden evitar los otros dos espacios temporales y sin embargo presumen de hacerlo. Pero os diré una cosa, no está bien hacerlo utilizando a los demás. No está bien. Y la sociedad les deja, nosotros les dejamos hacerlo. Uno de esos hombres que solo sirven para eso, me decía una amiga hace poco. Y yo pensé: ¿Tan poco valor se dan a ellos mismos? ¿Quién pondrá el punto final o al menos le dará una buena bofetada a su indolencia?