martes, 30 de noviembre de 2010

boy, you´ll be in my memoirs

Last night I dreamt about you, I dreamt about your belly uncovered, lying on the ground with my hands touching it to remember.. hiding my smile, trying to decipher yours, missing you more than I have ever missed someone. And then I realized, no matter what, you will always be there, in a safe place between my dreams and my mind, lying on the ground, looking me like it has been always the same for you and me, so much simplicity around us, a name in the tip of my tongue. I would not care for the others if it wasn´t for you, in the first place, I wouldn´t care about no one but everybody, I would not take care of me. So now, I owe you this: I care for no one but you. It´s a shame that now I don´t give a damn about you, it was such a wasteful waste of life.. a waste of love. I love you

domingo, 24 de octubre de 2010

sueño de una siesta de verano



El presente es mío. El pasado era tuyo o nuestro. Ya no me acuerdo. Era inútil trazar una línea temporal que todo lo destruyese, porque solíamos derribar los espacios ajenos a nosotros. Era todo tan pequeño que me acostumbré a tu olor, al calor de tu cuerpo, a tu tacto. Y cuando salí de aquel laberinto, después de mucho tiempo, me dí cuenta de que cada vez que olía otra cosa que no fueses tú, que sintiese el frío de mi almohada sin que la hubieses calentado con tus dolores de cabeza, que tocase la pared con la planta del pie… cada vez que estaba fuera de ese espacio que creamos, me tocaba las narices no poder tener un refugio de guerra. Preferir la batalla a la calma solo para que derribásemos el espacio.



Y todo para simplemente decirte que…me hace cosquillas el paladar cuando te recuerdo.

sábado, 9 de octubre de 2010

El coste de las becas

España invirtió en mí casi diez millones de pesetas y ahora lo está aprovechando otro país

ANÓNIMO * (HISTORIAS DE LOS LECTORES) - Costa del Pacífico de EE UU - 29/09/2010

Estudié toda mi vida con becas. Eso, dicho así, parece una frase hecha, pero no. Estudié toda mi vida con becas, que significan -entre otras cosas- dinero de todos los contribuyentes. Con 14 años, el estado empezó a pagarme 14.000 pesetas anuales a modo de beca para materiales. Tengo 31 años, así que hablamos de 14.000 pesetas del año 1993. Desde los 17 me becaron con 32.000, con lo cual para cuando acabé el instituto el Estado había ingresado en mi cuenta 92.000 pesetas contantes y sonantes.

Entré en la Universidad y también tuve becas, nunca tuve que pagar ni una sola matrícula. A una media de, pongamos, 75.000 pesetas por curso, eso hacen 375.000. Además, recibí una beca escolar que, de media, eran unas 150.000 pesetas anuales: 750.000 en los cinco años. En quinto de carrera tuve, además, una beca de colaboración de mi Departamento. Se suponía que era para aprender investigar, pero lo único que me enseñaron fue a cargar carretillas de papel para la fotocopiadora, hacer funcionar la fotocopiadora y cambiar el tóner de la fotocopiadora. Me pagaron 23.000 pesetas al mes, diez meses. Total hasta aquí 1.447.000 pesetas. Unos 8700 euros.

Recibí cuatro becas diferentes para hacer el doctorado. La primera que acepté era de una fundación que me pagaba cuando le parecía oportuno, no me daba recibos del pago y, además, me metió en líos con Hacienda. En cualquier caso, seis meses a 600 euros, 3600 euros. Poco tiempo después recibí otra con patrones que me timaron en menos aspectos. No me contrataron, pero me hicieron firmar dedicación completa. Trabajé para ellos bajo la miserable forma de una beca: di clases, publiqué en revistas, hice estancias de investigación... pero días cotizados, cero. 800 euros al mes, 36 meses, 28.800 euros en total. A eso hay que sumar tres estancias de investigación en prestigiosos centros del extranjero, a digamos 1200 euros de subvención cada una. Esto ya parece el 1, 2, 3... 41.100 euros de todos los españoles. El último año, por fin, los becarios de investigación conseguimos que se nos hiciera un contrato. A la hora de firmarlo, te daban un papelito donde tenías que firmar que renunciabas a tu baja maternal, en caso de quedarte embarazada. Eso sí que son políticas de conciliación y lo demás cuentos. Nos daban, por primera vez, paga extra. Se la llevó Hacienda, pero la sumo igual. Doce meses, catorce pagas, a 1100 euros, 15400 euros, 56.500 en total.

Ahora viene la pirueta. Después de seis años trabajando para la Universidad, había cotizado un año. Cobré el paro y envié currículos. 630, mi madre lo recuerda bien. Durante mis dieciséis años en el mercado laboral español tuve los empleos más diversos además de la Universidad: guía turística para la tercera edad, traductora de manuales deportivos, profe particular, manufacturera -que no diseñadora- de bolsos y abalorios, dobladora de anuncios de radio... Que no se diga que no lo intenté en varios campos.

Lo intenté con todas mis fuerzas. Me agarré a la tierra de Asturias con pies y manos. Estuve un año en el paro, con una carrera, un máster, un doctorado, cuatro idiomas y dispuesta a trabajar de lo que saliese... pero no salió nada. En unos estaba demasiado formada, en otros no daba, literalmente, la talla -hasta para dependienta de tienda de ropa de adolescentes me presenté-, así que decidí emigrar. El camino fuera de Europa no es sencillo: veo a mis padres por Skype, mi presencia empieza a borrarse de los recuerdos de mis amigas -"¿todavía vivías aquí cuando pasó eso?"- y suplico a las alturas que el señor de inmigración no se quede con mi barra de turrón de Suchard y mis latas de bonito en aceite cuando vuelvo, siempre antes de Reyes, a incorporarme a mis clases en una estupenda Universidad de la soleadísima costa estadounidense del Pacífico. Lo más triste es que soy feliz aquí, a pesar de que veo la tristeza inmensa en los ojos de mis padres.

En resumen, España invirtió en mí, directamente, casi diez millones de pesetas, además de la formación universitaria, y ahora lo está aprovechando otro país: un lugar donde me siento un miembro útil y productivo de la sociedad. El problema más grande es que mi caso no es único. De mis quince compañeros del doctorado, solo dos están trabajando en España, en condiciones lamentables, eso sí, en la Universidad. Solo en nosotros, solo en nuestro pequeño rinconcito de la sala de becarios con sus palomas anidadas en una ventana, el Estado español tiró a la basura 130.000.000. Ciento treinta millones de pesetas que estábamos deseando revertir a la sociedad en aquello para lo que nos habíamos formado, pero no nos resulta posible. Trabajamos un tiempo gratis, mucho tiempo sin contrato, muchas más horas que una jornada estándar, sin sanidad, sin derecho a baja maternal, sin derecho a paro y, sobre todo, sin derecho a quejarnos. Porque éramos unos privilegiados, la creme de la creme de la intelectualidad que iba a llevar a España a cotas nunca antes conocidas. Y eso último es lo único cierto. Somos la generación que va a llevar a España a cotas nunca antes conocidas de desesperación, de frustración, de angustia, de parturientas añosas, de abuelos que van a tener que aprender chino o inglés para preguntarle a sus nietos -por skype- de qué color es la bici que piden a los Reyes Magos en casa de los abuelitos y que les va a llegar por correo.

© EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huelga "general"

Huelga, sí, pero mucho antes. No es nada que ya no sepas. Huelga, sí, pero a pesar de los sindicatos. Los sindicatos se aprovechan de los favores del gobierno para hacerte la existencia un poquito más difícil, también era hora de que lo supieses. Huelga, sí, pero con respeto. Que tú, como pequeño empresario, no estés de acuerdo con la huelga general me parece respetable y es tu manera de manifestarte ante algo que ha tardado demasiado en convocarse. No respeto sin embargo los piquetes violentos esta mañana a tiendas o bares que poco después de que los piquetes llamados "informativos" se marcharan, volvían a abrir sus puertas. Mientras el gobierno está más preocupado en hacernos la del PP después de tanto tiempo y ocultar hacia dónde va el dinero recaudado por despidos, recortes y demás.
Sevilla se despertó esta mañana entre gritos como "ZETA PE ZETA PEEE, ZETA PE QUE ARTE, SABES QUIEN TE VA A VOTAR, SABES QUIEN TE VA A VOTAR, PO TU PUTA MADRE!" o los "fuera policía de la universidad" aludiendo a los disturbios que sufrieron varios estudiantes que intentaban hacer piquetes en la facultad central de la tabacalera por parte de la policía nacional.
Un poquito de dos dedos de frentes no le vendría nada mal a ciertos politicuchos o sindicalistas que han tenido la poca vergüenza de acudir a la huelga y encima provocar actos violentos contra pequeños comerciantes del centro. Eso sí, luego todo terminó de una manera muy nuestra, tomando cervezas en Prado San Sebastián.

Sin embargo, yo no puedo dejar de preguntarme ¿esto ha servido para algo?

sábado, 4 de septiembre de 2010

la libertad en tu cuello

Tú creías que sería en un día metódicamente especial. Yo sabía que el nacimiento de la libertad de tu cuello crecería solo cuando no te mirase. Bajo, quizás y sin excepción, la rama de algún árbol. De noche. En silencio. Bajo condiciones de amor inhumanas. Bajo el interés de la vida.

Comenzó a darte problemas por la parte superior. Lo aquejabas a tus orejas, siempre dispuestas a deformarse hacia el sur sin avisos ni condiciones. No eran tus orejas. Me dijiste que mirase tu nuca. Miré y no ví más que otras veces. Miré y solo observé la fricción de tus uñas contra tu picor lumbar. Tu cuello, y tú creías que sería en un día especial, se iba poco a poco, porque no le habías dado la libertad que necesitaba. Tú lo sentías y sabías que algún día, ése que te hacía mirar hacia delante, hacia la derecha o la izquierda, aquel que dirigía tu mirada hacia las faldas, las mierdas en el suelo o al espejo de los escaparates, ese.. se iría sin dejar rastro. Tan solo un aspecto físico más o menos adecuado y sostenible. Pero el cuello estaba evidentemente cansado de llevar las riendas de tu vida. De ser la mujer de tu vida. De no tener el reconocimiento que se le debe a un alma. Miré hacia atrás y solo alcancé a ver gente perdiendo sus cuellos, pero manteniendo sus formas. Intenté mirar el mío. No pude, no lo ví. Nunca supe si también se fue en busca de libertad y si alguna vez me hizo ver lo que debía mirar.

miércoles, 25 de agosto de 2010

dormida otras 24 horas más



Odiaba esa manera tan superficial de nombrar el “nosotros” que tenían los actores. La reportera le preguntó cuando volverían a verle en el escenario y el respondió un “volveremos a Madrid a finales de año”. Se apartó de la pantalla para mirar la hora con incredulidad. Había pasado casi medio día desde la hora del almuerzo. Nunca se habría permitido tal licencia de no haber sido por la inquietante mezcla de insomnio e incertidumbre que le provocaban sus pensamientos por la noche. Así que se fue corriendo a la cocina, en busca de algo que calmara su ansiedad, su soledad, su exhalación. Comenzó a beber como furia dos vasos de agua y se marchó corriendo a la cama, de puntillas. Cuando apagó la luz dio media vuelta y abrió los ojos. Se le había olvidado echarse la crema hidratante. Mierda. Encendió la luz, esperanzada, y se vio a si misma en el espejo sin mirarse demasiado. Se echó la crema, vio el pintalabios rojo y se rellenó toda la boca con él. Pensaba que al día siguiente sus labios tendrían o bien el aspecto de una perfecta modelo con labios rojos naturales, o bien el de una prostituta llorona de película.


Volvía a pensar, pero nada en concreto captaba su atención. Estaba demasiado angustiada intentando averiguar si debía conocer o no el motivo de su desesperación. Quizás solo fuese momentánea, al fin y al cabo ella siempre había sido una optimista de revista.


En la calle, abriendo ese resquicio de la ventana del salón que la salvaba de vez en cuando, no se oía nada. Había olvidado lo mucho que le gustaba sentir el olor a humedad en primavera. Solo a cierta hora de la madrugada. Solo cuando no se oía nada en la calle, cuando era demasiado tarde para los madrugadores y demasiado temprano para los insomnes. Cuando se escuchaban pájaros independientes y un poco obtusos que piaban bajito pronunciando tempranamente el nombre del día que ya era. Ellos nunca saben cuando empieza el día y cuando acaba la noche, por eso cantan cuando nadie lo hace. Se manifiestan para decirnos que no deberíamos dormir mientras ellos observan las maravillas de una ciudad caótica de día durante una hora intempestiva y gloriosa como cualquiera en la madrugada. Ahora sí tenía sueño. Pero seguía sin poder dormir. Tenía tantas cosas que hacer. Quería dormir y al día siguiente hacerlo todo. Ordenar las viejas fotos, decorar el cuarto, ir a clases, estudiar y tener la suficiente imaginación restante para inventar cualquier nueva teoría para ese trabajo en el que solo nos importa impresionar al profesor. Quería haber escrito algo, renovar los libros de la biblioteca, pasear por la tarde bajo el sol. Pero el simple hecho de no haber hecho nada de lo anterior le impedía dormir. Le impedía conciliar el sueños cuestiones que se fueron aplazando con los días. Y que ya era inevitable atrasar durante otras 24 horas. Fueron suficientes sus ojos para darle carpetazo a las historias mágicas, a los sueños.

domingo, 15 de agosto de 2010

flechas que se encienden y se apagan



Solo una mirada hacia arriba. Un gesto con las manos, una sonrisa dedicada. A ella, a ella, a ella… a ella. En la noche en la que creía que lo más hermoso que vería serían las estrellas desde aquel coche parado, vio su cara seria y calmada. Luego sus ojos, a juego con su cuello almibarado, con sus ganas, con sus defectos tan poco visibles. Un espejismo que pasó fugaz, con voz, con brazos, con casualidades de las que ella apreciaba tanto. Tanto. Casualidad dice que se volverán a ver, y a esta vez no les temblará el pulso al preguntarse el nombre y la procedencia, tan importante. Porque venían de amarse. Y porque solo saben sus nombres. Se encontrarán. Y no les temblará la voz como la primera vez. Se encontrarán y se reconocerán. Y alguno de los dos tendrá que saludar. Cuánto tiempo, ya te he conocido pero no sé dónde.



¿Te acuerdas de mí?



Solo una mirada hacia arriba. Un gesto, un par de sonrisas. Dedicadas.

viernes, 16 de julio de 2010

summertime (and your loving is easy)



Como decía Saramago en algunas de sus entrevistas, estoy en armonía con un mundo que no me gusta. Y es que todo parece tan sencillo cuando tus obligaciones se reducen y no te bombardean con noticias si tú no quieres. Cuando descansas y te mueves, cuando no te da tiempo ni siquiera a saludar a tu vecino. Y en el fondo estamos llevando la misma vida de estrés de mierda, pero en verano, que es mucho más relajante.



De todos modos, qué bonita es la vida. Y cómo se disfruta parándose dos segundos en la carrera de por la mañana, a contraluz. Cómo cantan los pájaros cuando todavía es muy temprano, como nunca lo hacen en invierno. Cuántos aleteos, luces que se cuelan por las ventanas vistas desde fuera, flores que aun no han sido arrancadas por la pasión de narices amantes. Cuantos besos húmedos y fríos por la noche, cuantas granizadas en el regazo del volver a casa. Abrir la puerta de casa es un sencillo placer de medio día. Pero si tú estás, si tú te vas. Mi casa es un poco más grande y más fría.



(se supone que esto me tendría que agradar en verano)

Foto: Dalí y su "easy loving"

domingo, 20 de junio de 2010

Probablemente

Hola, tú no me conoces. Yo, probablemente, a ti tampoco. Justamente empiezo esta carta, como tantas otras, en busca de algo que tengo dentro, y que aún no sé si quiero sacar. La mayoría de la gente dice que tú eres el que me salvará. El que cogerá todos mis miedos, mis preocupaciones y los hará desaparecer con un simple gesto. Ni siquiera eso. Simplemente bastará una palabra tuya para salvarme. Pero no te conozco. Pero no sé por qué ayer bajé a la panadería y vi tu imagen en pasteles, en una señora con el bigote manchado de chocolate que sonreía, a través de la ventana, entre la gente que pasaba, se paraba ante el escaparate y se decidía enérgicamente a salir corriendo. No sé por qué cuando llegué a casa, abatida por haber sido capaz de verte en todo menos en mí, empecé a reír a carcajadas. Ya no pensé en quién o qué me salvaría. Porque todo en mi mente se había vuelto blanco, inocente, despiadado e inconsciente. Tú no me conoces, pero la mayoría de la gente dice que tú eres el que me buscará. El que hará que los días se vuelvan trágicos y las noches dulces. Los besos desenfadados y las pasiones, inventarios. Reí y exhalé durante unos segundos, solo unos pocos. Te lo cuento todo porque ya sé que te está costando encontrar el futuro. Y que a veces, saber lo que nos espera, es injusto. Pero ¿sabes qué? Tú no me conoces. Yo, probablemente, a ti sí. No ignoro todo aquello que sé, me llevará a ti. Conozco, como por lógica filosófica, tus maneras, sé que una vez fumaste un cigarrillo en el patio del colegio, sé que agarraste las manos de tu primera novia con fuerza cuando hacía frío, sé que te dejaste el pelo largo hace unos años, que removías la taza de café cada vez que ibas a beber un solo sorbo, solo por si acaso, y por supuesto, sé que nunca, nunca, nunca, pensarías que me conoces.


jueves, 17 de junio de 2010

Other people

Por Neil Gaiman

“Aquí el tiempo es fluido”, dijo el demonio.

Apenas lo vio supo que era un demonio. Lo supo, así como supo que ese lugar era el infierno. No podían ser otra cosa.

La habitación era larga, y el demonio esperaba al final al lado de un brasero humeante. De las paredes color gris-roca colgaban una multitud de objetos, del tipo de objetos que no es astuto ni tranquilizante examinar más de cerca. El techo era bajo, el piso extrañamente insubstancial.

“Acérquese”, dijo el demonio, y él lo hizo.

El demonio estaba desnudo y flaco como una escoba. Tenía cicatrices profundas y parecía haber sido desollado en un pasado distante. No tenía orejas, ni sexo. Sus labios eran delgados y ascéticos, y sus ojos eran ojos de demonio: habían visto demasiado, habían ido demasiado lejos, y bajo su mirada se sentía menos importante que una mosca.

“¿Qué sigue ahora?” Preguntó.

“Ahora”, dijo el demonio, en una voz que no cargaba angustia ni satisfacción alguna sino tan sólo una espantosa y plana resignación, “será torturado”.

“¿Por cuanto tiempo?”

El demonio negó con la cabeza y no contestó. Caminó lentamente al lado de la pared, mirando el primero de los objetos colgados, luego el siguiente. Al final de la pared, al lado de la puerta cerrada, estaba un látigo de nueve correas que terminaba en púas de metal. El demonio lo agarró con su mano de tres dedos y, cargándolo con reverencia, camino de vuelta. Puso las puntas el látigo en el brasero y las miró mientras empezaban a calentarse.

“Eso es inhumano.”

“Si.”

Las puntas del látigo brillaban con un naranja mortecino.

Mientras levantaba la mano para dar el primer golpe, el demonio dijo, “Con el tiempo recordará este momento con aprecio.”

“Usted es un mentiroso.”

“No,” dijo el demonio. “La siguiente parte,” explicó justo cuando bajaba el látigo, “es peor”.

Entonces las púas del látigo aterrizaron sobre su espalda traqueando y silbando, rasgando a través de la ropa lujosa, quemando y destrozando y desgarrando con cada golpe y entonces -no sería la última vez que lo hiciera en ese lugar- gritó.

Había doscientos once implementos en las paredes de esa habitación, y en el tiempo justo iba a experimentar todos y cada uno de ellos.

Cuando, finalmente, la Hija del Lazareno, que había llegado a conocer íntimamente, había sido limpiada y puesta de nuevo en la posición doscientos once, entonces, a través de sus labios arruinados, exclamó, “¿Ahora qué?”

“Ahora,” dijo el demonio, “El verdadero dolor comienza”.

Y comenzó.

Todo lo que había hecho que habría sido mejor dejar sin hacer. Cada mentira que había dicho –a si mismo, o a otros. Cada pequeño dolor, y todos los grandes dolores. Cada uno le fue sacado, detalle a detalle, centímetro a centímetro. El demonio desnudó la cubierta de olvido, desnudó todo hasta la verdad, y dolió más que cualquier cosa.

“Dígame lo que pensó mientras ella salía por la puerta.” Preguntó el demonio.

“Pensé que mi corazón estaba roto”

“No,” dijo el demonio, fijando sin odio sus ojos inexpresivos, “no lo hizo.” y él tuvo que desviar su mirada.

“Pensé: ahora nunca sabrá que me he estado acostando con su hermana.”

El demonio desbarató su vida, momento a momento, instante a espantoso instante. Tal vez duró cien años, o mil –En esa habitación gris, tenían todo el tiempo que ha existido- y llegando al final comprendió que el demonio había tenido razón. La tortura física había sido mejor.

Y terminó.

Y una vez terminó, empezó de nuevo. Ahora con un autoconocimiento que no había estado ahí la primera vez y que de alguna manera hacía que todo fuera peor.

Ahora, mientras hablaba, se odiaba a si mismo. No había mentiras, ni evasiones, no había espacio para nada excepto el dolor y la rabia.

Habló, ya no lloriqueó. Y cuando terminó, mil años después, rogó que el demonio fuera a la pared, y trajera el cuchillo de desollar, o la pera de la angustia, o los tornillos.

“De nuevo,” dijo el demonio.

Él empezó a gritar, gritó por un largo rato.

Cuando terminó de gritar, el demonio dijo “De nuevo,” como si nada se hubiera dicho.

Era como pelar una cebolla. Esta vez mientras recorría su vida aprendió sobre las consecuencias. Se enteró de los resultados de las cosas que había hecho; cosas que no había visto mientras las hacía; las formas en las que había lastimado al mundo; el daño que había hecho a gente que nunca había conocido, o visto, o encontrado. Fue la lección más dura hasta entonces.

Mil años después el demonio dijo: “De nuevo”.

Él se acurrucó en el piso, al lado del brasero, meciéndose lentamente, con los ojos cerrados y contó la historia de su vida, volviéndola a experimentar mientras la contaba, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambiar nada, sin dejar nada por fuera, enfrentándolo todo. Abrió su corazón.

Cuando terminó, siguió allí sentado, los ojos cerrados, esperando que la voz dijera, “De nuevo,” pero nadie dijo nada. Abrió sus ojos.

Lentamente se levantó. Estaba solo.

Al otro extremo de la habitación, había una puerta, y mientras la miraba, se abrió.

Un hombre entró a través de la puerta. Había terror en el rostro de ese hombre, y arrogancia, y orgullo. El hombre, que usaba ropa lujosa, dio varios pasos dudosos en la habitación y luego se detuvo.

Cuando vio al hombre, comprendió.

“Aquí el tiempo es fluido,” le dijo al recién llegado.

lunes, 14 de junio de 2010

¿A cuál elegimos?


Esta chica, llamada Crystal Renn, es una de las pocas supermodelos talla XL del mundo. Esa de la foto izquierda es la misma que la de la foto derecha, solo que aquella con una talla 34 y la otra, con una feliz, según ella misma afirma, 42.
Su historia, en cierto modo, está vinculada a todas nosotras, en algún momento de nuestra vida en el que sentimos que el peso pesa más (valga la redundancia) que las propias ideas, la elegancia y los sentimientos. La moraleja de esto no es que todas nos pongamos a comer para alcanzar una talla 42 (a mí tampoco me hace falta, porque ya la tengo) sino que si no estás contenta con tu cuerpo debes poner remedio. No tienes por qué sentirte infeliz estando gorda, y tampoco, como en el caso de Crystal, siendo delgada.
Y qué queréis que os diga, personalmente no cambio mi buena chuleta por un verdura cruda y bebidas light. Ale, y que aproveche.

miércoles, 9 de junio de 2010

Mi idolatrada felatriz

Por Fernando Arrabal


Sí, es una depravación que te lama tu falo.
Sí, es un horror que mis principios quebrante.
Sí, es una guarrería que te chupe el meato.
Sí, es una incongruencia que por amor lo haga.
Sí, es una insalubridad que me trague tu esperma.
Sí, es una aberración que a tu sexo me incline.
Sí, es una debilidad que libre me someta.
Sí, es un sacrificio de saliva y de alma.
Sí, es una contradicción sofocarme de amor.
Sí, es un desatino que a tu vientre me pliegue.
Sí, es una inmoralidad que me coma tu sable.
Sí, es un disparate que mi boca sea coño.
Sí, es un gran pecado que incluso Dios condena
…por los siglos de los siglos.

Me gusta ser eterna para tu tiempo y tu celo.
Me gusta ser estrecha en mi nicho de senos.
Me gusta irrumpir con un dedo en tu ano.
Me gusta preceder tus ganas más perversas.
Me gusta babearte mientras tus bolos sobo.
Me gusta succionar inmóvil “à pleine bouche”.
Me gusta ser tu droga del mundo más inmundo.
Me gusta que mi culo sea cacho de tu cielo.
Me gusta que a mi cuerpo le dictes tu capricho.
Me gusta que mi lengua se cubra de pimienta.
Me gusta que en mi boca te cune mi adentro.
Me gusta que me plantes tu cuchillo en mi velo.
Me gusta provocar la explosión de tu zumo
… por los siglos de los siglos.


Me siento realzada cuando a tu sexo bajo.
Me veo deseada cuando tu daga enardezco.
Me juzgo disoluta por mi ritmo lascivo.
Me place que dirijas mi nuca con tus manos.
Me hago mariposa con tu músculo en fiebre.
Me encanta la impudicia de besarlo sin fin.
Me llena corromperme para atizar tu vicio.
Me priva encanallarme con tu flor en mi glotis.
Me chifla rebañar lo negro de tu pozo.
Me excita regularme por regla de tu éxtasis.
Me enloquece fumar con tu filtro de amor
…por los siglos de los siglos.

Tu mazo rezumando… ya tocas campanilla.
Mis labios le menean… ya vives en la gloria.
Envuelto por mi frote… ya visionas edenes.
Trenzado de caricias… ya sueñas imposibles.
Palpitando animal… ya vuelas al nirvana.
Por el cielo de boca… ya corres al misterio.
A mi cara penetras… ya cautivas la imagen.
En espera del éxtasis…ya lo pospones siempre.
Tu cola es lo primero… ya tiembla el universo.
Las lágrimas de gozo… ya llegan gota a gota.
Tu rocío de néctar… ya riega mi garganta.
Comulgamos unidos… a dos y para siempre
… por los siglos de los siglos.

jueves, 3 de junio de 2010

historias de un tren


El día de su cumpleaños no terminó exactamente como ella quería. Era una pena que no pudiese hablarle, ni verle. Así que se fue a dormir y tuvo un sueño de esos que se recuerdan perfectamente, de los que por mucho que te despiertes con un sobresalto vives durante todo el día.
En el sueño iba en el tren y de repente en la primera parada del trayecto, vio su cara. Nítida, seria. Fue una suerte ir en la parte trasera del vagón. Empezó a saludar con la mano como si le fuese la vida en ello, gritándole con palabras que no salían de su boca. Él miró y empezó a sonreir y a saludar, el tren se movía, era como revivir la despedida incierta del último día que se vieron, una vez más. De repente el tren se paró. Ahora, ella, pálida comenzó a reflexionar acerca de seguir sus impulsos y bajarse del tren, abrazarlo, besarlo (por qué no) y olerlo. Pero su historia, la de ellos dos, y su ilusión se habían acabado hacía tiempo. Así que justo cuando estaba en la puerta dispuesta a salir, las puertas se cerraron y con ella toda esperanza de volver a verle, el tren empezó a moverse. Entonces...

Le vio.


él corría como si no hubiese asfalto sobre el que caerse, flotando hasta llegar al tren, con la sonrisa aún en la cara. Los cristales del tren quisieron romperse hasta hacerse diamantes sobre el apeadero de aquella ciudad. Pero no lo hicieron. Ella no tuvo más remedio que sentarse en el tren con la cara de abatimiento, esperando despertarse del sueño.



Cuando despertó, todavía era el día de su cumpleaños, hizo una foto con el móvil y la puso de fondo, para inmortalizar ese día. Para saber que todos los días serían ese. Para no abandonarle nunca más.

lunes, 31 de mayo de 2010

de los caballos y otros demonios



Ya no volveré a mirar igual a un caballo. Según el libro Super Freakonomics, los caballos hubiesen sido a finales del siglo XX el enemigo público número uno. No solo porque la gente moría atropellada (se deduce que en Nueva York moría más gente atropellada por caballos que hoy en día en accidentes de coche) sino porque estos eran responsables de las moscas, estiércol y orina que traían con ellas nuevas infecciones a las ciudades. De hecho, si en el siglo XX se hablaba de contaminación, las personas tenían en mente la contaminación generada por los caballos. Y sus flatulencias, como las de las vacas, son una de las primeras causas de contaminación ambiental del planeta. ¿Distracción o realidad? Lo cierto es que estamos tan ensimismados en nuestra época, nuestro siglo y nuestra cultura que no vemos más allá. Vamos, que dejemos de creernos especiales es la moraleja.



Otra moraleja del día: solo quedamos unas pocas rebeldes, pero el ayuntamiento de Sevilla no podrá con NOSOTRAS. Si hace falta coger el de montequinto se coge el autobús de montequinto, pero no pienso ir a la UPO en METRO, canallas!


Y si no… siempre nos quedarán los coches de caballos…^^

jueves, 6 de mayo de 2010

HARTA



A veces no podemos evitar decepcionarnos. En el mejor de los casos lo hace una película, un mal libro, una nota. En el peor, una persona. Un amor. Decía Walt Whitman que debemos aceptar la realidad sin cuestionarla. Pero qué pasa cuando en esa realidad solo hay sombras y no se ve nada claro? Debemos seguir aceptándola? Yo quiero averiguar, y seguir investigando los porqués de estas pequeñas decepciones.


Algunas mujeres, inevitablemente, a medida que pasan los días junto a alguien que les atrae comienzan a sentirse inseguras, ya no se muestran como son y, como consecuencia, acaban siendo pasto para libros de mala literatura. Amores imposibles, les llaman. Pero nada más lejos de la realidad, no existen. Quien lo crea tiene una gran e infinita excusa para darse durante el resto de su vida. Pero ¿qué pasa con la lucha? Con el ¿todo vale en el amor y en la guerra? ¿con el romanticismo gastado y a veces tan necesario incluso con el chico de la discoteca?. Se muere.


Y después todo acaba y nadie se hace preguntas, nadie se llama, nadie se vuelve a mirar a la cara. Porque tienen miedo al futuro o quizás lo tengan del pasado. Esas personas que solo viven en el presente no pueden evitar los otros dos espacios temporales y sin embargo presumen de hacerlo. Pero os diré una cosa, no está bien hacerlo utilizando a los demás. No está bien. Y la sociedad les deja, nosotros les dejamos hacerlo. Uno de esos hombres que solo sirven para eso, me decía una amiga hace poco. Y yo pensé: ¿Tan poco valor se dan a ellos mismos? ¿Quién pondrá el punto final o al menos le dará una buena bofetada a su indolencia?

miércoles, 28 de abril de 2010

buongiorno principessa


porque la vida, aunque no sea una película, a veces lo parece...


"Dimenticavo di dirle..."

"Dica"

"che ho una voglia di fare l´amore con lei che non si può immaginare, ma questo non lo dirò mai a nessuno, soprattuto a lei, mi dovrebbero torturare per farmelo dire"

"dire cosa?"

"che ho voglia di fare l´amore con lei, ma non una volta sola, tante volta, ma a lei non lo dirò mai, solo se diventassi scemo le direi che farei l´amore anche ora qui davanti a casa per tutta la vita"

jueves, 15 de abril de 2010

hormiguitas

me enamoraba de tí la forma que tenías de sortear la fila de hormiguitas en el asfalto...

miércoles, 14 de abril de 2010

Sexo, tan simple como eso



Es una de las cosas más extrañas del mundo. A ver, me refiero a la forma con lo que lo tratan las personas. ¿quién es el loco que roba el pene momificado de Tutankamon nada más abrir el sarcófago? Y sin embargo no lo comprendemos porque incluso en el sexo se supone que hay límites. Otros dicen sin embargo que no puede haber límites en una cosa tan natural, espontánea. Yo, si bien creo que todo lo que se hace desnudos es amor, creo que hay ciertos límites al sexo. Lo comprobamos cuando lo hacemos por primera vez con alguien. Siempre es extraño y es cuando más límites hay. Y es una de las cosas que genera mayores frustraciones secretas en aquellos que sueñan con hacer pipí o pegar a su pareja durante el sexo. Ahora que tenemos la liberación de una relación puramente sexual sin prejuicios no nos conformamos con solo eso. La encarnación de la libertad se nos antoja lejana si no cumplimos todas nuestras fantasías y empezamos a mirar con otros ojos a nuestra pareja si no quieren participar en ellas. Sobre todo los hombres. Si el misterio desaparece los anhelos solo pueden quedar insatisfechos. Por eso está de moda la absurdez del cambio de pareja sexual o las citas de cinco minutos. Por la insatisfacción, por la falta de misterio del sexo hoy en día. Si hay límites a nuestra libertad y forma de pensar desde que nacemos, ¿por qué no ponérselos a algo tan común y diario como el sexo?

sábado, 10 de abril de 2010

MIEDO


¿Por qué tenemos miedo de morir solos si ya vivimos juntos?
No entiendo la continua búsqueda de algo que ya tenemos, la necesidad de vivir atados a un sentimiento que solo nos causa dolor...

Miedo a qué? miedo a vivir, miedo a caminar, miedo a elegir, miedo a ser nosotros.. o moriremos solos...


Y para terminar... algo pasteloso y cauteloso que me encanta, Hoy es mi día, y también el tuyo!


"Odio como me hablas y también tu aspecto. No soporto que lleves mi coche ni que me mires así. Aborrezco esas botas que llevas y que leas mi pensamiento. Me repugna tanto lo que siento que hasta me salen las rimas. Odio que me mientas y que tengas razón, odio que alegres mi corazón, pero aún más que me hagas llorar. Odio no tenerte cerca y que no me hayas llamado. Pero sobre todo odio no poder odiarte porque no te odio ni siquiera un poco, nada en absoluto".

miércoles, 7 de abril de 2010

foto

Nunca se hicieron una sola foto juntos. Eso probaba que nunca habían existido, aunque él hubiese llegado a lugares recónditos que nadie había alcanzado antes. Ni siquiera con la punta de los dedos. Pero no había pruebas de ello, y ahora ni siquiera hablan, ni se conocen. Pero recuerdan de vez en cuando... imaginan una discusión para pensar que no hay vuelta atrás, que no se deben ver nunca más. En dicha discusión él dice sentirse impotente, ella afirma que lo es. Todo para acabar respirando fuerte, mirándose a los ojos y con las bocas entreabiertas pidiendo agua. Se abrazan. Nunca se hicieron una sola foto juntos.

has de tocar el alma, impureza perfecta entre palabras y torpezas
has de tocarme, no importa cuándo, solo quiero que sea..
cuando la luna no nos vea...



pd: fer!!! ya sé poner cursiva y añadir fotos, XDD

lunes, 5 de abril de 2010

Prefiero tus estornudos

Resumiré las cuatro horas de discusión que siguieron. No es fácil mantener una relación y mucho menos conocer verdaderamente a la otra persona y aceptarla tal como es con sus defectos y su pasado. Jack me confesó su temor a ser rechazado si lo conocía de verdad, si se mostraba totalmente desnudo. Jack había comprendido, después de estar dos años conmigo, que no me conocía en absoluto, ni yo a él. Y que para amarnos verdaderamente teníamos que conocer la verdad el uno del otro, aunque a veces sea difícil de asumir. De modo que le dije la verdad, que nunca le había sido infiel, también le dije que había visto a Mathieu aquella tarde. No se enfadó conmigo, porque no había pasado nada, claro. Le confesé a Jack que para mí lo más difícil es estar definitivamente con alguien, la idea de que es el hombre con el que voy a pasar el resto de mi vida, decidir que voy a hacer el esfuerzo de seguir, de solucionar las cosas y de no huir en cuanto surge un problema me resulta muy difícil. Le dije que no podía estar con un hombre el resto de mi vida. Era mentira. Pero lo dije de todas formas. Me preguntó si era una ardilla que cree que los hombres son frutos secos que se almacenan para el frío invierno. Me pareció muy divertido. Luego me dijo una cosa que me ofendió. El tono cambió drásticamente. Pero lo había entendido mal, pensé que quería decir que ya no me quería y que quería cortar conmigo. Siempre me ha fascinado cómo las personas pueden pasar de amarse locamente a no sentir absolutamente nada. Nada… Es muy doloroso. Cuando presiento que alguien me va a dejar tiendo a romper la relación antes de tener que pasar por eso. Aquí está, una más, una menos, otra historia de amor desperdiciada. A él lo quería de verdad. Cuando pienso que ha terminado, que nunca volveré a verlo.. bueno, si, nos encontraremos casualmente y conoceremos al nuevo novio o novia del otro, nos comportaremos como si nunca hubiésemos estado juntos. Luego, poco a poco, pensaremos cada vez menos en el otro hasta que lo olvidemos completamente, casi. Siempre es igual, cortar, deprimirme, beber, tontear, conocer a un tío tras otro, y follar para olvidar al verdadero amor de mi vida. Después, al cabo de unos meses de vacío total, volveré a buscar el verdadero amor, buscar desesperadamente por todas partes, y al cabo de dos años de soledad conocer a un nuevo amor y jurar que será el definitivo hasta que también vuelva a perderlo. Llega un momento en la vida en el que no podemos recuperarnos de otra ruptura. Aunque esa persona nos fastidie el 60 por ciento del tiempo, no podemos vivir sin ella. Aunque se despierte todos los días estornudándonos en la cara, bueno… nos gustan más sus estornudos que los besos de cualquier otra persona….

sábado, 3 de abril de 2010

ti voglio

....Viveva in un mondo nel quale tutto ciò che desiderava veniva istantaneamente cancellato...

Come se fosse intorpedita da qualcosa.. ogni volta che si svegliava doveva scuotere la testa per rendersi conto di essere ancora là, viva.. più o meno..

A volte anche una mano aspettava il suo sorriso sotto le lenzuola, uno sguardo che le diceva di mandare tutto a puttane e andarsene con lui... ma non c´erano mani suficienti nel mondo per abbracciarla... che le dicessero "ti voglio", non importa se male o bene...

martes, 23 de febrero de 2010

cenizas

Viviana estaba absorta en su alrededor, vio algo que la inquietaba entre los árboles vulgares y los sauces llorones del parque. Al principio solo podía distinguir una masa informe marrón que absorbía su rostro equilibradamente, mas después supo que solo era ella misma, tratando de hundir los pies en un charco del color de la tierra inexistente. Es mentira. Ella no estaba en el parque, ni estaba absorta ni era estúpida. Después de un shock como el que había sufrido veía como su cuerpo se trasladaba voluntariamente a sus lugares preferidos para, de algún modo y sin motivo aparente, consolarla de sus jaquecas de desquiciada. Su maquillaje pétreo y su pelo corto color azabache perfilaban sus pómulos dirigidos con furia hacia la pared de enfrente. Sus ojos sin embargo mostraban algo más que eso, quizás por ello no se le ocurría salir a la calle para contemplar lo único que la podía salvar. Él. Ojos marrones, marchitos, inundados de cristal acuoso y rabia, era amor. O eso pensaba ella. De repente sonó un crujido y Viviana, con los brazos agarrando sus piernas perfectamente plegadas, respingó en su colchón y abrió la boca al verlo todo tan claro. Puede que sea un sueño, se dijo. La pared blanca se abrió y de ella salieron ininterrumpidamente Dalí, El conejo de la suerte, Cupido y ella misma, pero con mucho mejor aspecto. Con los ojos abiertos y ausentando el sonido de su garganta durante un par de minutos al final acertó a preguntar qué pasaba. Somos los fantasmas de los mitos pasados. Viviana se quedo estupefacta, aún no sabía qué semejanza podría guardar ella con Dalí o El conejo de la suerte. El primero le respondió deseoso de entrar en la conversación y convertirla en un monólogo
- Viviane, ¿hay algo que quieras preguntarme? Parece que nos han enviado aquí por una buena razón. Y con “nos han enviado” no me refiero a Dios, ya sabes que yo solo creo en cosas menos serias. Tus razones tendrás cuando has reunido tan pintoresca plantilla de trabajadores a tu servicio…
- ¿A mi…… servicio?
- Sí – replicó el pequeño conejo quedándola aún más muda- por ejemplo, que me tendrías que preguntar a mí. Parece ser obvio que eres un poco rarita y que además necesitabas un poco de cordura por parte del de los pañales, ya sabes que el que crea el amor lo paga. ¿Pero a mí? ¿Es que… te han quedado ganas de besar a alguien?..
Viviana hizo una mueca que mostraba vergüenza y rió entre dientes mirando hacia abajo
- Yo…- replicó
- Nada, nada. Te diré lo que pasa- intervino por fin el de rizos albinos y perfectos- Crees que vamos a solucionarte los problemas. Te diré cómo están las cosas querida. Sabes muy bien que somos hombres ocupados, no podemos arreglar los deshechos, es lo que faltaba. Sin embargo te daré un consejo, no te vuelvas a enamorar. Estoy harto de ver parejas dándose amor para luego negárselo por estupideces, y ese es tu caso. Si tú y tu amado habéis creído que el amor es insuficiente estáis equivocado, pero si, en cambio, creéis que el amor lo es todo, es mejor que dejéis la misma pared para ir a chocar con otra, tú ya me entiendes.Evidentemente no entendía nada.

martes, 9 de febrero de 2010

Cosas que hacen que la vida valga la pena

Las patatas fritas, los días de lluvia, los besos robados, los mensajes de móvil, las novelas de García Márquez, las sandalias en verano, Nerja, jugar al trivial, Caetano Veloso, estrenar ropa, las siestas en el sofá, un masaje en los pies, meterse en la cama en invierno, que tu perro te reciba cuando abres la puerta, los chistes de los niños, hacer un rompecabezas, compartir un paragüas, el silencio, el mar, el sol en invierno, la música, los amigos que aguantan el paso del tiempo, el café de la tarde, los reyes magos, el olor de las sábanas limpias, con faldas y a lo loco, el vino tinto y el jamón serrano, los primeros novios, los últimos, la ducha después del gimnasio, mojar pan, las películas de amor....

Las tardes de no hacer nada, fresas con nata, tomar un caldo arropada por una manta y mirando la ventana en invierno, salir a ver llover, hacer un muñeco de nieve, sentirte la nariz roja cuando hace frio, inventarte una comida exquisita, las puestas de sol, el viento en la cara, los puentes, Sevilla atardeciendo, los profesores guapos, los banquetes de boda, la imaginación, la ironía, encontrarse una moneda en la calle o en el bolsillo de aquel viejo pantalón, mojarse en la lluvia, la llamada del día después, las lágrimas por las películas, compartir las palomitas, mirar a alguien mientras duerme, las sorpresas, oler un perfume que reconoces de la infancia, las reconciliaciones, los reencuentros, las confesiones..

martes, 26 de enero de 2010

Dibuja y planea

Dibuja y planea tu cuerpo sobre mi cuerpo, deja que seamos el anagrama de la realidad de nuestras palabras más sucias,

Dibuja y planea en cantidades ingentes el milímetro que nunca hará que realmente me roces, haz una pared castaña con las ondas que derraman ensoñaciones cuando me amas,

Deja que sea simplemente verbo, ámame como yo nunca te he amado, retuerce las ganas hasta que despidamos al deseo con una sola mano, agárrame, muérdeme los labios

Haz de este imperativo, un presente y un pasado…

viernes, 22 de enero de 2010

"si yo te miento, tú lo haces mejor"

actualizaciones de mensajes instantáneos que se cierran a las puertas del recuerdo como algo mágico
correas de personas que llevan niños al camino de la cordura
pestañas de piano que asoman sus vértices al sol
bocas abiertas que esperan ansiosas alguna dulce canción
madres que piden arroz de novias y libertad
hijas que solo quieren ver a sus madres llorar
y tú te ofreces, como una flor paracaidista
como sus pétalos blancos flotando por tu soplido de brisa
carnes marchitas en un cuerpo que vibra por la sensación
zarandajas en forma de mochilas desgastadas
amores de paso con la sonrisa maltratada
tumbas, calles, pórticos, azares,
premisas, lógica, amor, cantares..
trémulas mejillas sonrosadas en invierno
permiso de un guarda de pasar dentro
mil hojas de sueños con azúcar en sus bordes
locas y locos tocando sus locos acordes
mapa de bucanero en lo alto de una pata de palo
corredizos pasillos con la muerte en sus zapatos
......

sábado, 16 de enero de 2010

You belong to me

You belong to me. You belong to me if you stare at the skyline, if you kiss me. If you open for me an innumerable number of spaces made of perfect pictures. You belong to me when you´re a solo piano song. When I close my eyes and I can only see yours. When you hypnotize the hours that we spend together to make them just seem enough. Now that you belong to me, you silence the noises around us when we listen to ourselves. You cloud over the sights of skyscrapers and the trees that look like clouds touching the playground. Now you just belong to me.

Sed

Borracho entró en su cuarto, ebrio de sensaciones alucinógenas que aún le recorrían los recuerdos. Fue a la cama y allí todo fue distinto, se casó con el único recuerdo que le hizo sentir vivo, una muerte lenta bajo las sábanas mientras dormía y actualizaba su blog.

miércoles, 13 de enero de 2010

ojos saltones

En mi entorno solo hay gente con ojos como corchos de champán que reclaman atención. Los miro y entre ellos veo algunos que reconozco de inmediato. Algunos viandantes me miran al ver la cara desencajada de mi reflejo, me miran, se ríen y pasan de largo. Pero allí estaba él, con su mirada de los que lo consiguen todo sin intentar siquiera hacerlo, con los ojos saltones y un poco enrojecidos, como si él pudiese permitírselo.

Hola, ¿quieres que te invite a un café?

¿Por qué?

Porque yo lo digo.

Las pautas de comportamiento de ese ser ignoto se venían repitiendo los últimos días. Me decía su cabeza que tenía ganas de besarme y abrazarme, pero yo me lo negaba.

Vale – espeté con una sonrisa que seguía paralela al contorno oval de mi rostro.

Caminamos hacia la cafetería más lejana del centro, me sugirió con una breve mueca que entrásemos y suspiré de modo que notase mi incomodidad a su lado. Pero yo misma difería de ese pensamiento. Le dejaba andar porque sabía que nunca le iba a perder, si se hubiese marchado de verdad… eso es algo que nunca pensé y prefiero seguir sin pensar. Se suponía que después del verano debíamos estar juntos. Lo pasamos tan bien. Odiaba cómo se habían desmadejado los acontecimientos, uno detrás de otro. Pero él parecía no querer darse cuenta.

Quería saber cómo estabas – gritó susurrando, como si le fuese la vida en ello, con los ojos más saltones que antes.

Mal, ya lo sabes, nunca consigo lo que quiero – le dije con cierta indiferencia y mirando hacia otro lado.

¿Me piensas contar ya qué demonios te sucede?- dijo con tono de desesperación sofocada acercándose cada vez más.

Vale.

Hubo una pausa extraña e insalvable. Ahora mi rostro se hundió en la humedad de sus ojos y se volvió pálido y seco, como si quisiera expresar con gestos lo que no se podía explicar con palabras. Pero continué haciéndome la dura, sabía que eso debía enternecerle.

No quiero que nadie me conozca. Odio que sepan mi color preferido, las flores que más me gustan, la manera en qué duermo, cuando me voy a poner de mal humor, ser predecible. Detesto ir acompañada a los sitios, las experiencias vividas junto a otra persona, las maletas a juego. Si quieres que me declare, ya lo he hecho. Es mi declaración de intenciones. No pienso cambiar nada, porque quién sabe cuánto puede durar un amante. Yo soy inmortal para mí misma, así que no pienso renunciar a ser sarcástica, asocial y maleducada. Lo siento.

Observé cómo la cara de Isaac daba la vuelta, miraba al camarero, se giró y me miró a mí con ojos de incredulidad y tragando saliva dijo aún serio:

¿Eso es todo?

Salté de la silla alarmada y furiosa. Me fui adormentada por mis propios pensamientos, por los efluvios de sangre que discurrían sencillamente por mis piernas y brazos y me até mentalmente a mi pensamiento. Sin dejar de maldecirle por su reacción. Qué se habrá creído. Se ha pensado que estoy enamorada de él, el muy canalla. O quizás solo es que…. Me conoce demasiado.



miércoles, 6 de enero de 2010

te odio

te odio porque me recuerdas lo que fui...
te odio porque me miras desde una esquina o desde cualquier espejo y me hablas del pasado...
te odio porque no has cambiado pero estás inmóvil...
te odio
te odio porque te quedaste al borde del camino, porque dejaste la niñez y me lo echas en cara...
te odio porque te quiero demasiado...
te odio porque ya no espero encontrarte al cruzar la esquina...
odio que seas realista y que me hables de tí..
te odio con el rencor de la ilusión marchita...
te odio porque me atraes sin tener fuerza suficiente para unirme a tí...
te odio porque estimo tus virtudes...

porque te has ido y quiero que vuelvas...

me odio, y ya me lo he dicho más de diez veces...