miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huelga "general"

Huelga, sí, pero mucho antes. No es nada que ya no sepas. Huelga, sí, pero a pesar de los sindicatos. Los sindicatos se aprovechan de los favores del gobierno para hacerte la existencia un poquito más difícil, también era hora de que lo supieses. Huelga, sí, pero con respeto. Que tú, como pequeño empresario, no estés de acuerdo con la huelga general me parece respetable y es tu manera de manifestarte ante algo que ha tardado demasiado en convocarse. No respeto sin embargo los piquetes violentos esta mañana a tiendas o bares que poco después de que los piquetes llamados "informativos" se marcharan, volvían a abrir sus puertas. Mientras el gobierno está más preocupado en hacernos la del PP después de tanto tiempo y ocultar hacia dónde va el dinero recaudado por despidos, recortes y demás.
Sevilla se despertó esta mañana entre gritos como "ZETA PE ZETA PEEE, ZETA PE QUE ARTE, SABES QUIEN TE VA A VOTAR, SABES QUIEN TE VA A VOTAR, PO TU PUTA MADRE!" o los "fuera policía de la universidad" aludiendo a los disturbios que sufrieron varios estudiantes que intentaban hacer piquetes en la facultad central de la tabacalera por parte de la policía nacional.
Un poquito de dos dedos de frentes no le vendría nada mal a ciertos politicuchos o sindicalistas que han tenido la poca vergüenza de acudir a la huelga y encima provocar actos violentos contra pequeños comerciantes del centro. Eso sí, luego todo terminó de una manera muy nuestra, tomando cervezas en Prado San Sebastián.

Sin embargo, yo no puedo dejar de preguntarme ¿esto ha servido para algo?

sábado, 4 de septiembre de 2010

la libertad en tu cuello

Tú creías que sería en un día metódicamente especial. Yo sabía que el nacimiento de la libertad de tu cuello crecería solo cuando no te mirase. Bajo, quizás y sin excepción, la rama de algún árbol. De noche. En silencio. Bajo condiciones de amor inhumanas. Bajo el interés de la vida.

Comenzó a darte problemas por la parte superior. Lo aquejabas a tus orejas, siempre dispuestas a deformarse hacia el sur sin avisos ni condiciones. No eran tus orejas. Me dijiste que mirase tu nuca. Miré y no ví más que otras veces. Miré y solo observé la fricción de tus uñas contra tu picor lumbar. Tu cuello, y tú creías que sería en un día especial, se iba poco a poco, porque no le habías dado la libertad que necesitaba. Tú lo sentías y sabías que algún día, ése que te hacía mirar hacia delante, hacia la derecha o la izquierda, aquel que dirigía tu mirada hacia las faldas, las mierdas en el suelo o al espejo de los escaparates, ese.. se iría sin dejar rastro. Tan solo un aspecto físico más o menos adecuado y sostenible. Pero el cuello estaba evidentemente cansado de llevar las riendas de tu vida. De ser la mujer de tu vida. De no tener el reconocimiento que se le debe a un alma. Miré hacia atrás y solo alcancé a ver gente perdiendo sus cuellos, pero manteniendo sus formas. Intenté mirar el mío. No pude, no lo ví. Nunca supe si también se fue en busca de libertad y si alguna vez me hizo ver lo que debía mirar.