martes, 23 de febrero de 2010

cenizas

Viviana estaba absorta en su alrededor, vio algo que la inquietaba entre los árboles vulgares y los sauces llorones del parque. Al principio solo podía distinguir una masa informe marrón que absorbía su rostro equilibradamente, mas después supo que solo era ella misma, tratando de hundir los pies en un charco del color de la tierra inexistente. Es mentira. Ella no estaba en el parque, ni estaba absorta ni era estúpida. Después de un shock como el que había sufrido veía como su cuerpo se trasladaba voluntariamente a sus lugares preferidos para, de algún modo y sin motivo aparente, consolarla de sus jaquecas de desquiciada. Su maquillaje pétreo y su pelo corto color azabache perfilaban sus pómulos dirigidos con furia hacia la pared de enfrente. Sus ojos sin embargo mostraban algo más que eso, quizás por ello no se le ocurría salir a la calle para contemplar lo único que la podía salvar. Él. Ojos marrones, marchitos, inundados de cristal acuoso y rabia, era amor. O eso pensaba ella. De repente sonó un crujido y Viviana, con los brazos agarrando sus piernas perfectamente plegadas, respingó en su colchón y abrió la boca al verlo todo tan claro. Puede que sea un sueño, se dijo. La pared blanca se abrió y de ella salieron ininterrumpidamente Dalí, El conejo de la suerte, Cupido y ella misma, pero con mucho mejor aspecto. Con los ojos abiertos y ausentando el sonido de su garganta durante un par de minutos al final acertó a preguntar qué pasaba. Somos los fantasmas de los mitos pasados. Viviana se quedo estupefacta, aún no sabía qué semejanza podría guardar ella con Dalí o El conejo de la suerte. El primero le respondió deseoso de entrar en la conversación y convertirla en un monólogo
- Viviane, ¿hay algo que quieras preguntarme? Parece que nos han enviado aquí por una buena razón. Y con “nos han enviado” no me refiero a Dios, ya sabes que yo solo creo en cosas menos serias. Tus razones tendrás cuando has reunido tan pintoresca plantilla de trabajadores a tu servicio…
- ¿A mi…… servicio?
- Sí – replicó el pequeño conejo quedándola aún más muda- por ejemplo, que me tendrías que preguntar a mí. Parece ser obvio que eres un poco rarita y que además necesitabas un poco de cordura por parte del de los pañales, ya sabes que el que crea el amor lo paga. ¿Pero a mí? ¿Es que… te han quedado ganas de besar a alguien?..
Viviana hizo una mueca que mostraba vergüenza y rió entre dientes mirando hacia abajo
- Yo…- replicó
- Nada, nada. Te diré lo que pasa- intervino por fin el de rizos albinos y perfectos- Crees que vamos a solucionarte los problemas. Te diré cómo están las cosas querida. Sabes muy bien que somos hombres ocupados, no podemos arreglar los deshechos, es lo que faltaba. Sin embargo te daré un consejo, no te vuelvas a enamorar. Estoy harto de ver parejas dándose amor para luego negárselo por estupideces, y ese es tu caso. Si tú y tu amado habéis creído que el amor es insuficiente estáis equivocado, pero si, en cambio, creéis que el amor lo es todo, es mejor que dejéis la misma pared para ir a chocar con otra, tú ya me entiendes.Evidentemente no entendía nada.

martes, 9 de febrero de 2010

Cosas que hacen que la vida valga la pena

Las patatas fritas, los días de lluvia, los besos robados, los mensajes de móvil, las novelas de García Márquez, las sandalias en verano, Nerja, jugar al trivial, Caetano Veloso, estrenar ropa, las siestas en el sofá, un masaje en los pies, meterse en la cama en invierno, que tu perro te reciba cuando abres la puerta, los chistes de los niños, hacer un rompecabezas, compartir un paragüas, el silencio, el mar, el sol en invierno, la música, los amigos que aguantan el paso del tiempo, el café de la tarde, los reyes magos, el olor de las sábanas limpias, con faldas y a lo loco, el vino tinto y el jamón serrano, los primeros novios, los últimos, la ducha después del gimnasio, mojar pan, las películas de amor....

Las tardes de no hacer nada, fresas con nata, tomar un caldo arropada por una manta y mirando la ventana en invierno, salir a ver llover, hacer un muñeco de nieve, sentirte la nariz roja cuando hace frio, inventarte una comida exquisita, las puestas de sol, el viento en la cara, los puentes, Sevilla atardeciendo, los profesores guapos, los banquetes de boda, la imaginación, la ironía, encontrarse una moneda en la calle o en el bolsillo de aquel viejo pantalón, mojarse en la lluvia, la llamada del día después, las lágrimas por las películas, compartir las palomitas, mirar a alguien mientras duerme, las sorpresas, oler un perfume que reconoces de la infancia, las reconciliaciones, los reencuentros, las confesiones..