Entramos en aquel bar pensando que sería diferente. Solo
había un par de chicas borrachas y hombres invitando a pintas. El camarero
parecía estar buscando algo que se le había perdido, quizá el número de
teléfono de una de las chicas borrachas. Nos reímos, hablamos en serio y
salimos de allí fumando el aire por el camino. Ese bar era diferente. En ese
momento me di cuenta de que ya no era lo mismo. De que algo había cambiado y mi
vida solo pertenecía a la ciudad, pero ya a ninguna persona.
Tema para una buena novela!Me encanta.Sigue escribiendo:)Suerte.
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