Añoro las noches en que nos vimos,
cuando posabas los pies sobre el edredón
y me preguntabas por qué la luz era tan fuerte,
por qué había una luz cegadora, amor mío,
que entraba por la persiana
y formaba estrellas en nuestro techo,
que derramaba lágrimas en nuestro pecho.
Así me fui acostumbrando a tí,
y es que olvidarte era muy fácil
hasta el día en que no te pude ver
no a tí,
no al destello que presionaba contra mi piel
y mi pelo, y mi cuello.
Pero hoy te busco, me has visto preguntando por tí,
has estado conmigo, más que en sueños
pero nunca en la luz del día en que ya no te vi,
Solo en sueños, y apenas oigo tu secreto
ya sé, que solo en sueños, te tengo
y me da miedo.
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