martes, 29 de diciembre de 2009

Marlène....

Hay preguntas que nunca nos hacemos. ¿Qué es la felicidad? Eso es lo que le preguntó Marlène, una mujer mexicana pobre, a la reportera. Quería saber algo a lo que ella no tenía respuesta, porque no es algo que se pueda describir con palabras, es algo que simplemente se siente.
Después de conocer un poco más un mundo lleno de obstáculos en el que se suceden los malos tratos, la mina, la incomunicación y la falta de higiene todos son supervivientes. No. Son algo más. Héroes.

Ya se me iban derramando dos lagrimones cuando yo me hice otra pregunta: ¿Qué es lo que nos da la felicidad?
Marlène me respondió... "yo sería feliz con mis hijos, tranquila, sola, sin que mi marido venga borracho a quemar la casa, no más" No más.

Me entra la risa, para lo que nosotros son derechos para ellos son deseos. Pero ella está otra vez sola, quien sabe si aún viva, evitando sonreir y mirando hacia abajo.

Porque en sitios como este te encuentro y me sonríes, mi alma no se contenta con haberte conocido.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

SOLO AMIGOS

Se sentó en el sofá e intentó recordar todo lo que sentía cuando la conoció. La miraba y la recordaba tal y como era entonces. Una chica sin igual, para él. Y se dio cuenta de todas las chicas a las que rechazó simplemente por no ser ella. Por no tener ese flequillo de lado, esos pocos tirabuzones castaños que le aparecían al amanecer (lo había imaginado tantas veces).

Ahora estaba frente a ella después de algunos años sin verse y no sabía que sentir porque en realidad lo único que conocía de ella era su esencia. Nada de esos pequeños detalles que conocen los verdaderos amantes, o incluso los falsos amigos. Jugaron a mirarse una vez más y ella sintió el beso frío en la mejilla de la primera vez. La despedida y las ganas de volver a hablar. Porque eso era lo que hacían ellos al fin y al cabo. Promocionar sus ganas a través de un bar y una charla tranquila con demasiadas sonrisas. ¿No es genial tan solo conocerte en tu esencia? Él pensó que nunca podría saberlo si no la besaba. Era la única cosa sobre la que no habían hablado y sobre la que compartían un mismo parecer: los besos determinan a las personas y a las relaciones que les unen a los demás. Es extraño que yo sepa más sobre eso que ellos mismos, que nunca se lo confesarán. Todos tenemos secretos, pero compartidos.

Pensó ahora en su novia y se levantó a por la taza de café: “Quiero que cantes esa canción”. Ella titubeó unos segundos y decidió coger la guitarra para así, de espaldas, no dar lugar a confusiones con su enrojecimiento temporáneo. Empezó a cantar y aquel muchacho, que ya era hombre, sonrió de lado haciendo una mueca de aprobación que seguía el ritmo. Todo era diferente ahora. Pero casi nada había cambiado, cada vez que se veían había amor. La primera vez él la amaba y escribía historias de espejos perdidos en cuadros de Monet que reflejaban su rostro, pero ella no le amaba. O eso pensaba hasta que se alejaron. La impredecible soledad hizo que se acordase mucho más de él en los detalles que en la esencia. Decidió darle otra oportunidad porque creía amarle, y de la forma más pasional y racional con la que había amado a nadie nunca. Terminó de cantar y se preguntó si él seguiría enamorada de ella, si es que alguna vez lo estuvo, porque nunca lo dijo. Y quería que se lo confesase: “has cantado tan bien que te amo de nuevo, y tú me amas a mí, y ahora haremos el amor debajo de la alfombra, junto a los discos de Frank Sinatra”.

Permanecieron callados mientras bebían el té. Era algo incómodo, ya que era el primer silencio que tenían desde la primera y única vez que se vieron. Segunda vez y primer intento. No creo que haya nada más arrollador que una espera. Así que me hicieron caso y esperaron al atardecer para darse el beso de despedida. Cuando él salía por la puerta, para coger el avión ella atinó a decir algo coherente, dadas las circunstancias: “quédate hoy, ya has perdido el vuelo anterior, qué más da otro”. “De acuerdo” y simplemente sonrió. Así que mientras cenaban vieron las fotos de los años perdidos y de los momentos encontrados. Rieron e hicieron la cama juntos, como críos. Ella fingió estar dormida para acurrucarse junto a él. Él fingió no darse cuenta para sentir su brazo otra vez. Y quería intentar el beso que le estaba quemando y que no podía evitar más tiempo. Pero lo evitó y él se fue a la mañana siguiente triste. Ella abogó por uno o dos sollozos cuando él se fuera, para reafirmarse que él estaba comprometido, y que ya no mirarían las nubes juntos. Porque nunca lo habían hecho. Después de tres horas de esperar un regreso, se tumbó en la cama y le dijo que le amaba, pero él ya no estaba. Daba igual, ella se lo había dicho, y sabía que si hubiese estado, la habría besado y quizás le habría dicho que la quería demasiado, o que la había querido y ahora tenía novia, pero le habría dicho algo. Es la constante necesidad de las personas por saber que sienten, han sentido o sentirán los otros por ellos. Es placer por controlar el futuro, arreglar el pasado y vivir el presente, y en realidad nadie podría haber visto nada de malo en ello. Se amaban y lo sabían, o quizás no, se decían ellos. Quizás solo imaginaban amarse y no lo confesaban por temor a romper algo que ni siquiera había nacido, porque no habían conocido esos malditos detalles de los que hablan los enamorados y que tantas veces imaginaron compartidos con ella, con él. Se amaban y lo sabían, pero no hicieron absolutamente nada.

martes, 15 de diciembre de 2009

lo siento, mi perro se comió los deberes

Hay cosas que nos pasan delante de los ojos sin que podamos hacer nada. Hay momentos en los que por el más mínimo detalle, decidirnos ir a clase o tomarse un café con alguien que encuentras en la calle, hablar con un desconocido o pasarte la tarde en los brazos de morfeo.. por esas cosas el rumbo de las cosas pueden cambiar, y lo peor es que nunca sabemos las consecuencias, y lo mejor es que nunca las sabremos hasta que nos arriesgamos. Hasta que hablamos. Hasta que pensamos en lo que estamos haciendo, en lo que sentimos nosotros. Hoy decido arriesgarme, aunque luego... ni lo haga, ni tenga la oportunidad, ni las cosas vayan como yo había esperado.
Tengo miedo a hacer lo que siento, no vaya a ser que una de estas... me enamore de verdad.
Y otra vez de la persona equivocada...