La única cosa que no puede hacer el escritor es dejarse
influenciar por sus sentimientos cuando ya tiene una historia. Antes, está
bien. Puedes llorar pensando en cómo van a terminar tus personajes, gritar,
reírte, emocionarte. Pero después solo tienes que escribirlo, no puedes dejar
que tu estado anímico de ese día cambie la historia, ni mucho menos lo que está
ya escrito. Porque así se ha de quedar, casi.
Es todo lo contrario de lo que he hecho yo siempre.
Acostumbrada a escribir un diario bastante irregular e incoherente y con ganas
de contarlo todo en una sola página, porque a decir verdad, me daba pereza
escribir más de unas tres páginas para contar 2 años, tengo ante mí cientos de
páginas de ordenador en blanco que sé que se tienen que rellenar con cosas que
no me gustan, porque no son directas, porque no describen sentimientos, porque
yo ya sé cómo pasó todo. Pero no estoy escribiendo solo para mi, ¿o sí?
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