De toda la mierda que he escrito hoy me quedo con que quiero verte. Ya sea para besarte como para tirarte un escupitajo a la cara por la de veces que he sufrido por no hacerlo.
Nosotros también estuvimos abrazados. Era imposible separar ese abrazo porque en ese momento nos queríamos, o quizás necesitábamos querernos.
Porque ahora lo necesito y lo comparo con ese abrazo que todavía recuerdo, intentando parecer perfecta para encajar con tu cuerpo y sintiéndome pequeña y estrecha entre tus manos, que me hacían morirme de miedo si se ensartaban en minúsculas y delicadas caricias.
Pero de lo que más se acuerda mi memoria es de la luz de tus ojos cerrados rodeándome con destellos castaños y rubios de tu pelo.
Lo recuerdo todo y ya no me lamento porque no se vuelva a repetir más que en mi mente.
Me truena el corazón cuando lo pienso, me tiemblan las rodillas y los huesos, me da vergüenza y me río muy bajito, te quiero a viva voz y en pleno grito.